Réquiem para Quillagua

A 14 años de la contaminación que envenenó el río Loa y este milenario oasis, sus habitantes aimaras luchan por reflotar una de las tierras más castigadas del norte de Chile. Aquí, la historia de una familia que quiere revivir su pueblo de 400 años, a punta de porfía y confianza.Morena y orgullosa,...

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Published inMercurio (Santiago, Chile)
Main Author Por María Cristina Jurado
Format Newspaper Article
LanguageSpanish
Published Santiago, Chile Grupo de Diarios América 01.11.2011
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Summary:A 14 años de la contaminación que envenenó el río Loa y este milenario oasis, sus habitantes aimaras luchan por reflotar una de las tierras más castigadas del norte de Chile. Aquí, la historia de una familia que quiere revivir su pueblo de 400 años, a punta de porfía y confianza.Morena y orgullosa, esta chilena y aimara, volvía a su casa, en este poblado ancestral donde jamás llueve, con los brazos rebosantes. Era la promesa -su credo y el de toda su familia, desde tiempos inmemoriales- de que un humeante pastel de choclo presidiría la mesa. Pasaba igual con los frutos, con las papas, con los porotos verdes y las legumbres. -En tiempo de mis abuelos y bisabuelos, por aquí pasaba el ferrocarril que iba desde Iquique a Baquedano. Cuando era muy chica, me acuerdo de las mujeres que corrían a la estación a vender humitas, sopaipillas, choclos y huevos cocidos. Todas las mujeres corrían de sus casas cuando venía el tren. Y les iba bien, porque todo era fresco, sanito. Cuando nací también me llevaron. Y ya como a los cinco o seis años yo corría a la estación para ayudarle a doña Felisa, una vecina que se amanecía amasando, cociendo choclos y huevos en su cocina bien antigua. Yo le ayudaba y era bonito. Aquí en este pueblo no se conocía el hambre. -Mi corazón es Quillagua y llevo catorce años luchando por recuperarla. Aquí todos luchamos para que este oasis vuelva a ser lo que era, que dé trabajo y abrigo a sus hijos. Jamás olvidaremos ese día de 1997, cuando aparecieron las aguas del río, espesas, negras, hediondas y llenas de espuma. Una contaminación terrible que venía de las quebradas donde las mineras de Codelco depositaron el xantato y otros productos químicos. Los contaminantes estaban en quebradas que jamás habían sabido de lluvias, porque esta zona es muy seca. Pero llegó el cambio climático.