Hay días que no acaban nunca

Durante ese tiempo recogió las experiencias que más tarde diera a conocer en el testimonio que José Luis Gavilanes Laso recoge en libro Mi vida en los campos de la muerte nazis (Edilesa, 2005). Un testimonio que empaña la mirada del lector, que se vuelve escurridizo al conocimiento de una historia q...

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Published inNacional (Caracas, Venezuela)
Main Author Riquelme, Virginia
Format Newspaper Article
LanguageSpanish
Published Caracas Grupo de Diarios América 03.06.2006
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Summary:Durante ese tiempo recogió las experiencias que más tarde diera a conocer en el testimonio que José Luis Gavilanes Laso recoge en libro Mi vida en los campos de la muerte nazis (Edilesa, 2005). Un testimonio que empaña la mirada del lector, que se vuelve escurridizo al conocimiento de una historia que no se puede comprender en la misma medida en que no se puede asimilar la experiencia vivida por miles de personas que un buen día se encontraron en la inadjetivable realidad concentracionaria. [Prisciliano Garc]ía Gaitero supo recoger en sus memorias los crímenes nazis que día a día le echaban en cara la desaparición de sus compañeros y nuevos amigos en un hilo de humo, como igual se le desdibujaba la sonrisa que los que lo conocieron dicen que mantenía mientras fue minero en la ciudad de León (España), cuando una porra era su herramienta de trabajo y no el instrumento de sus torturas. Este hombre que llegó a envidiar a aquellos que dejaban de sufrir y se "estrechaban en un abrazo con la muerte como si se tratase de una amante ausente mucho tiempo" (p.117), dejó como verdad imborrable su memoria, para que hoy en día no se reviva el horror sino para que los hechos que allí ocurrieron, que los cadáveres que ahí se apilaron hasta alcanzar los tres metros de altura, no se olviden, como no debe olvidarse aquello de lo que puede el hombre ser capaz y entonces con el recuerdo vivo no venga a reinstalarse de nuevo esa realidad.