Del genocidio de Ruanda a Black Earth Rising: un viaje al corazón del infierno

La violencia no se gesta en un país en un abrir y cerrar de ojos; es un proceso que corroe a sus habitantes y los enfrenta en luchas fratricidas. El caso de Ruanda no es una excepción. Se trata de un país africano que había sido colonia belga. Sus colonizadores segregaron a las dos etnias mayoritari...

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Published inCuadernos del Centro de Estudios de Diseño y Comunicación no. 142; pp. 193 - 209
Main Author Gruber, Mónica
Format Journal Article
LanguageEnglish
Spanish
Published 06.09.2021
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Summary:La violencia no se gesta en un país en un abrir y cerrar de ojos; es un proceso que corroe a sus habitantes y los enfrenta en luchas fratricidas. El caso de Ruanda no es una excepción. Se trata de un país africano que había sido colonia belga. Sus colonizadores segregaron a las dos etnias mayoritarias: los hutus (85% de la población) y los tutsis (que representaban el 15 % restante), otorgándole privilegios a estos últimos. En 1956 cientos de ellos fueron masacrados por los hutus. Ruanda declaró su independencia en 1962 y los hutus llegaron de este modo al poder. Un golpe de estado los sacudiría en 1973 y Juvénal Habyarimana –de origen hutu– se proclamó cabeza del gobierno. Los tutsis se organizaron entonces en guerrillas, constituyendo el Frente Patriótico Ruandés (FPR). Las tensiones interétnicas se exacerbaron. Medio millón de ruandeses refugiados hallaron asilo en Zaire, Uganda, Tanzania y Burundi, corrían por entonces los años ’80. En 1993, en un intento por echar paños fríos a la situación imperante, se creó un gobierno de transición en el que se incorporaron ambas etnias. El gobierno y el FPR llegarían finalmente a un acuerdo de paz. Sin embargo, la demora y la resistencia para ponerlo en funcionamiento desembocaron en un atentado contra la vida de Habyarimana, el 6 de abril de 1994. ¿Atentado del Frente Patriótico o de los extremistas del “Poder Hutu” que se oponían al acuerdo? La controversia atraviesa este luctuoso episodio. A lo largo de tres meses –desde abril hasta julio– entre 800.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas, 250.000 mujeres fueron violadas, 95.000 niños fueron ejecutados y aproximadamente 400.000 quedaron huérfanos en uno de los deleznables genocidios del pasado siglo. Hutus y tutsis, escribirían con sangre esta terrible historia.
ISSN:1668-0227
1853-3523
DOI:10.18682/cdc.vi142.5128